"El concepto del faraón preservado en la tradición popular egipcia de la Baja Época [...]
se caracteriza por una marcada irreverencia hacia la función real.
Los lectores de Heródoto estarán familiarizados
con su descripción del bebedor e iconoclasta Amasis (II, 173-174)
y, sin duda, esta tradición deriva
-al margen de algunos burdos retoques- de fuentes egipcias.
Nuevamente aparece en el siglo III a.c. el cuento de Amasis y el capitán de barco,
historia escrita en el reverso de la Crónica Demótica.
En este cuento se narra que el faraón bebió demasiado
mientras se hallaba en un barco con su harén
y a la mañana siguiente se vio afectado por tan fuerte resaca
que era incapaz incluso de mantenerse en pie.
En este lamentable estado pidió que le entretuvieran con una historia
y le contaron el cuento de un barquero, su mujer y un faraón,
cuyos detalles se han perdido, por cuanto el final del papiro ha sido destruido
(véase Spiegelberg, 1914, pp. 26 ss.).
Estos cuentos festivos respecto a los excesos reales
-y en ocasiones respecto a su desconcierto-
formaban parte del repertorio de la tradición egipcia.
En el Papiro Westcar, del Imperio Medio,
vemos a un aburrido faraón Quéope que necesita que le diviertan con historias,
por no hablar del relato sensual de la forma en que su padre se relajaba
en el lago del palacio con las muchachas del harén.
En el cuento de Neferkare y Sasenet, del Imperio Nuevo,
la conducta del faraón Neferkare no sólo es descrita
como una conducta impropia de un rey
sino, además, como totalmente contraria al sentimiento moral egipcio.
En el cuento demótico del sacerdote-setem Jaemuese,
asistimos a una escena en la que se relata la humillación del gran faraón Tutmosis III.
En todos los casos, la motivación que se ocultaba tras esas caricaturas era,
fundamentalmente, la necesidad de ofrecer una visión humorística
para contrapesar el aura de omnipotencia y majestad inefable que rodeaba al dios-rey".
Alan B. Lloyd
[reflexión editada en 1983]
Historia Antigua