31 julio 2015

II Tribu erecteida


"De la tribu erecteida,
éstos son los que murieron en la guerra
en Chipre, Egipto, Fenicia, Halieis, Egina, Mégara,
en el mismo año".


Inscriptiones Graecae, año 459 a.c.
Historia Antigua


30 julio 2015

29 julio 2015

28 julio 2015

II 28 de julio de 1914


Tal y como oficialmente disponen los libros de historia,
un día como hoy, hace 101 años,
comenzó la Primera Guerra Mundial.


Historia Contemporánea


27 julio 2015

II Sesostris I


"El dios Haractes ["Horus en el horizonte"]
me creó para que hiciera lo que él había hecho,
para que llevara a cabo lo que él ordenara que se hiciera.
Me nombró pastor de esta tierra,
porque sabía que la mantendría en orden para él".


Sesostris I, año 1925 a.c.
Historia Antigua



26 julio 2015

25 julio 2015

II Leon Battista Alberti









































Leon Battista Alberti, año 1550.
[original latino de 1452, publicado en 1485]
Historia Moderna


24 julio 2015

23 julio 2015

II Lesbia


"Lesbia es hermosa.
No sólo en todo es más bella que todas,
sino que a todas robó todas las gracias también".


Catulo, año 60 a.c.
Historia Antigua


22 julio 2015

22 de julio de 1342


Tal día como hoy, pero hace 673 años,
sucedió al parecer la mayor inundación
cuyo recuerdo se conserva en Europa Occidental,
sobre todo para amplias zonas
del Danubio, Elba, Mosela, Po, Rhin,...


Historia Medieval




21 julio 2015

II "Cita con ángeles"


Al reverendo Raúl Suárez

"Desde los tiempos más remotos
vuelan los ángeles guardianes,
siempre celosos de sus votos
contra atropellos y desmanes.
Junto a las cunas infantiles,
junto a los tristes moribundos,
cuentan que velan los gentiles
seres con alas de otro mundo.

Cuando este ángel surca el cielo
no hay nada que se le asemeje.
El fin de su apurado vuelo
es la sentencia de un hereje.
No se distraiga ni demore,
todo es ahora inoportuno.
Va rumbo al campo de las flores
donde la hoguera espera a Bruno.

Se lanza un ángel de la altura,
caída libre que da frío.
La orden de su jefatura
es descender hasta Dos Ríos.
Es diecinueve y también mayo,
monte de espuma y madre sierra,
cuando otro ángel, a caballo,
cae con los pobres de la tierra.

Dicen que al filo de la una
un angelote compasivo
pasó delante de la luna,
sobrevolando los olivos.
Y cuentan que con mala maña
fue tiroteado su abanico,
justo a la hora que en España
se asesinaba a Federico.

Un bello arcángel aletea
junto a un gran pájaro de hierro.
Procura que un hombre lo vea
para ahuyentar cien mil destierros.
Pero el arcángel se sofoca
y un ala azul se le lastima,
y el ave negra abre la boca
cuando atraviesan Hiroshima.

Dejando un surco luminoso
por sobre Memphis, Tennessee,
pasó volando presuroso
un ser alado en frenesí.
Iba vistiéndose de luto,
iba llorando el querubín
e iba contando los minutos
de Dios y Martin Luther King.

El ángel pasa bajo un puente,
después rodea un rascacielos.
Parque Central, lleno de gente,
no se da cuenta de su vuelo.
Cuánta utopía será rota
y cuánto de imaginación,
cuando a la puerta del Dakota
las balas derriben a John.

Septiembre aúlla todavía
su doble saldo escalofriante.
Todo sucede un mismo día
gracias a un odio semejante.
Y el mismo ángel que allá en Chile
vio bombardear al presidente,
ve las dos torres con sus miles
cayendo inolvidablemente.

Desesperados, los querubes
toman los cielos de la tierra
y con sus lápices de nubes
pintan adioses a las guerras.
El mundo llena los balcones
y exclama al fin: «Esta es mi lucha».
Pero el señor de los cañones
no mira al cielo ni lo escucha.

Pobres los ángeles urgentes
que nunca llegan a salvarnos.
¿Será que son incompetentes
o que no hay forma de ayudarnos?
Para evitarles más dolores
y cuentas del psicoanalista,
seamos un tilín mejores
y mucho menos egoístas".

* En cursivas, un verso de José Martí.


Silvio Rodríguez Domínguez, año 2003.
Versos cantados:
https://www.youtube.com/watch?v=rtKDxQPCG1s
Historia


20 julio 2015

19 julio 2015

II Sumerología


"El sumerólogo es uno de los especialistas más restringidos
dentro de los ámbitos académicos más altamente especializados;
es casi un ejemplo perfecto del hombre que "más sabe sobre menos cosas".
El sumerólogo reduce su mundo a la pequeña parte
conocida con el nombre de "Oriente Medio",
y limita su historia a lo que ocurrió allí antes de los días de Alejandro Magno.
El sumerólogo confina sus investigaciones a los documentos escritos
descubiertos en Mesopotamia, principalmente en forma
de tabletas de arcilla inscritas con caracteres cuneiformes,
y restringe sus publicaciones a los textos escritos en lengua sumeria.
El sumerólogo escribe artículos y monografías,
y los publica con títulos tan interesantes como éstos:
"Los prefijos be y bi en la época de los primitivos príncipes de Lagash",
"Lamento sobre la destrucción de Ur",
"Gilgamesh y Agga de Kish",
"Enmerkar y el señor de Aratta".
Al cabo de veinte o treinta años de estas y otras investigaciones
tan resonantes como las referidas, alcanza su premio: ya es sumerólogo.
Al menos, así fue como me sucedió a mí.

Y, sin embargo, por increíble que parezca, este historiador
de minuciosas nimiedades, este Toynbee al revés, tiene en reserva,
como un triunfo que va a sacarse de la manga,
un precioso mensaje para el público.
En mucho mayor grado que la mayoría de los otros sabios y especialistas,
el sumerólogo se halla en condiciones de satisfacer esa curiosidad universal
que tiene el hombre respecto a sus orígenes
y a los primeros artesanos de la civilización.

¿Cuáles fueron, por ejemplo, las primeras ideas morales
y los primeros conceptos religiosos
que el hombre haya fijado por medio de la escritura?
¿Cuáles fueron sus primeros razonamientos políticos, sociales, incluso filosóficos?
¿Cómo se presentaron las primeras crónicas, los primeros mitos,
las primeras epopeyas y los primeros himnos?
¿Cómo fueron formulados los primeros contratos jurídicos?
¿Quién fue el primer reformador social?
¿Cuándo tuvo lugar la primera reducción de impuestos?
¿Quién fue el primer legislador?
¿Cuándo tuvieron lugar las sesiones
del primer parlamento bicameral y con qué objeto?
¿A qué se parecían las primeras escuelas?
¿A quién y por parte de quién se daba la enseñanza?
¿Qué programa había en las escuelas?

Todas estas "creaciones" y otras muchas más que iluminan
los albores de la Historia hacen la delicia del sumerólogo,
quien, incidentalmente, puede responder correctamente
a muchísimas preguntas relativas a los orígenes de la civilización.
No se trata, desde luego, de que el sumerólogo sea un genio,
de que esté dotado de segunda visión,
ni de que sea una persona excepcionalmente sutil o erudita.
Casi diríamos que todo lo contrario;
el sumerólogo es un hombre de capacidad limitada,
al que generalmente se coloca en los últimos peldaños, los más bajos,
de la escalera del saber, entre los sabios más humildes.
La gloria que acompaña esas múltiples "creaciones"
realizadas en el orden cultural no pertenece al sumerólogo sino a los sumerios,
a esas gentes tan bien dotadas y prácticas que,
hasta que no se tengan otras informaciones,
hemos de considerar como los primeros
en constituir y elaborar un sistema de escritura cómoda.

Es curioso comprobar que sólo hace cien años se ignoraba todo
de esos lejanos sumerios, hasta su misma existencia.
Los arqueólogos y eruditos que, hace poco menos de un siglo,
emprendieron una serie de excavaciones en esa parte del Mediano Oriente
llamada Mesopotamia no buscaban allí los vestigios de los sumerios,
sino los de los asirios y babilonios.
Por fuentes de procedencia griega o hebraica disponían
de un considerable cúmulo de información sobre los asirios y los babilonios
y sus respectivas civilizaciones, pero, en cuanto a los sumerios y a Sumer,
ni sospechaban su existencia siquiera.
Entre toda la documentación accesible a los eruditos de la época
no había ni un sólo indicio identificable de aquel país ni de aquellas gentes.
El mismo nombre de Sumer se había borrado de la memoria
de los hombres desde hacía más de dos milenios.

Actualmente, por el contrario, los sumerios se cuentan entre los pueblos
mejor conocidos del Próximo Oriente Antiguo.
Conocemos cuál era su aspecto físico gracias a sus propias estatuas
y a sus propias estelas, diseminadas por los museos más importantes
de Francia, de Inglaterra, de Alemania, de los Estados Unidos y de otros países.
Además se encuentra en esos museos una abundante y excelente documentación
sobre su cultura material; se pueden ver allí las columnas y los ladrillos
con los que edificaban sus templos y sus palacios;
se ven allí sus utensilios y sus armas, su cerámica y sus jarras,
sus arpas y sus liras, sus alhajas y sus adornos.
Todavía hay más: en las colecciones de estos mismos museos
se hallan reunidas las tabletas sumerias, descubiertas en cantidades fabulosas,
por decenas de millares, y en estas tabletas se hallan consignadas
las transacciones comerciales de los sumerios y sus actos
jurídicos y administrativos, lo cual proporciona una información abundantísima
sobre su estructura social y su organización urbana.
Incluso (y a pesar de que en este terreno la arqueología,
ciencia cuyos objetos son mudos e inmóviles,
no suele dar ninguna información provechosa) podemos penetrar,
hasta cierto punto, en sus corazones y en sus almas,
porque, en efecto, disponemos de un gran número de tabletas
donde se hallan transcritas ciertas obras literarias
que nos revelan su religión, su moral y su "filosofía".
Todas estas informaciones las debemos al genio de este pueblo,
que (cosa rara en la historia del mundo) no sólo inventó
(lo cual es, al menos, muy probable), sino que supo perfeccionar
todo un sistema de escritura, hasta el punto de hacer de él
un instrumento de comunicación vivo y eficaz.

Probablemente fue hacia el final del cuarto milenio antes de J. C.
(hará de esto unos cinco mil años) que los sumerios, apremiados
por las necesidades de su economía y de su organización administrativa,
imaginaron el procedimiento de escribir sobre arcilla.
Sus primeras tentativas, aún someras, no fueron más allá del diseño esquemático
de los objetos, o sea, eso que nosotros denominamos "pictografía".
Este procedimiento no podía utilizarse más que para registrar las piezas
administrativas más elementales; pero, en el transcurso de los siglos siguientes,
los escribas y los letrados sumerios modificaron y perfeccionaron
poco a poco la técnica de su escritura,
hasta tal punto que ésta perdió su carácter de pictografía y de "jeroglífico"
para transformarse en un sistema perfectamente capaz de traducir
no ya únicamente las imágenes, sino los sonidos de la lengua.
Desde la segunda mitad del tercer milenio a. de J. C.
el manejo de la escritura en Sumer ya era lo bastante flexible
para poder expresar sin dificultades sus obras históricas y literarias más complejas.
Es casi seguro que hacia el final de este tercer milenio
los hombres de letras sumerios transcribieron efectivamente,
en tablillas, prismas y cilindros de arcilla, un gran número de sus creaciones
literarias que hasta entonces no se habían divulgado más que por tradición oral.
Sin embargo (y la culpa está en los azares de los descubrimientos arqueológicos),
sólo un pequeño número de documentos literarios de esta época primitiva
ha podido ser desenterrado hasta la fecha, mientras que,
correspondientes a la misma época, se han hallado centenares de inscripciones
y decenas de millares de tabletas "económicas" y administrativas.

Fue solamente a partir de la primera mitad del segundo milenio antes de J. C.
cuando se descubrió un conjunto de varios millares de tabletas y fragmentos,
inscritas con obras literarias. La mayor parte fue excavada entre 1889 y 1900,
en Nippur, estación arqueológica unos doscientos kilómetros
al sur de la Bagdad moderna.
Las "tabletas de Nippur" están actualmente depositadas, en su mayor parte,
en el Museo de la Universidad de Filadelfia
y en el Museo de Antigüedades Orientales, de Estambul.
La mayor parte de las otras tablillas y otros fragmentos
han sido adquiridos por intermedio de traficantes y de excavadores clandestinos
más que por medio de excavaciones regulares,
y actualmente se encuentran casi todos en las colecciones del Museo Británico,
en el Louvre, en el Museo de Berlín y en el de la Universidad de Yale.
Estos documentos tienen una categoría y una importancia muy variable,
ya que entre ellos se cuentan desde las grandes tablillas de doce columnas,
cubiertas por centenares de líneas de texto en escritura apretada,
hasta los fragmentos minúsculos que no contienen más allá
de algunas líneas interrumpidas o maltrechas.

Las obras literarias transcritas en estas tabletas
y en estos fragmentos pasan de un centenar.
Su extensión varía desde menos de cincuenta líneas en ciertos "himnos"
a casi un millar en ciertos "mitos".
En Sumer, un buen millar de años antes de que los hebreos escribiesen su Biblia
y los griegos su Ilíada y su Odisea, nos encontramos ya con una literatura floreciente,
que contiene mitos y epopeyas, himnos y lamentaciones,
y numerosas colecciones de proverbios, fábulas y ensayos.
No es ninguna exageración decir que la recuperación y la restauración
de esta antiquísima literatura, caída en el olvido,
se nos revelará como una de las contribuciones mayores de nuestro siglo
al conocimiento del hombre.

Sin embargo, la realización de esta tarea no es cosa fácil,
ya que exige y seguirá exigiendo durante largos años los esfuerzos conjugados
de numerosos sumerólogos, sobre todo si se tiene en cuenta
que la mayor parte de las tabletas de arcilla cocida o secada al sol están rotas,
melladas o desgastadas, de modo que en cada fragmento sólo ha subsistido
una exigua parte de su contenido original.
Este inconveniente queda, sin embargo, compensado por el hecho
de que los antiguos "profesores" sumerios y sus discípulos
ejecutaron numerosas copias de cada una de las obras.
Así, pues, las tabletas con lagunas o con desperfectos pueden restaurarse
a menudo a partir de otros ejemplares, los cuales, por su parte,
también pueden hallarse en estado incompleto.
Pero para poder manejar cómodamente estos "duplicados" complementarios
y poder sacar de ellos todo el provecho, es indispensable volver a copiar
sobre papel todos los signos marcados en el documento original,
cosa que obliga a transcribir a mano centenares y más centenares de tabletas
y de fragmentos recubiertos de caracteres minúsculos,
trabajo cansado y fastidioso que devora un tiempo considerable.

Tomemos, no obstante, el caso más sencillo, es decir,
el caso raro de veras en que no existe este obstáculo
por haber quedado anteriormente restaurado el texto completo
de la obra sumeria de manera satisfactoria.
Entonces no queda más que traducir el antiguo documento
para percatarse de su significado esencial.
Ahora bien; esto es mucho más fácil de decir que de hacer.
No hay duda de que la gramática sumeria, gramática de una lengua muerta
desde hace tanto tiempo, es actualmente bastante bien conocida,
gracias a los estudios que, desde hace medio siglo, le han consagrado los eruditos.
Pero el vocabulario plantea otros problemas, tan intrincados a veces
que el desdichado sumerólogo, después de arduos trabajos, hipótesis y pesquisas,
se encuentra de nuevo en el punto de partida, sin haber sacado nada en claro.
En efecto, muy a menudo sucede que no llega a adivinar el significado
de una palabra sino cotejándolo con el sentido del contexto,
el cual, a su vez, puede depender de la palabra en cuestión, lo que crea,
en definitiva, una situación algo deprimente.
Sin embargo, a pesar de las dificultades del texto y de las perplejidades del léxico,
han aparecido durante estos últimos años
un buen número de traducciones dignas de todo crédito.
Basándose en los trabajos de diversos eruditos, vivos o muertos,
estas traducciones ilustran brillantemente el carácter acumulativo
e internacional de la erudición eficaz.
En realidad, lo que ha ocurrido es que, durante las décadas consecutivas
al descubrimiento de las tabletas sumerias literarias de Nippur,
más de un erudito, dándose cuenta del valor e importancia de su contenido
para el conocimiento del Oriente, y del hombre en general,
ha examinado y copiado buen número de ellas.
Aquí podríamos citar a George Barton, Léon Legrain, Henry Lutz y David Myhrman.

Hugo Radau, que fue el primero en consagrar casi todo su tiempo
y sus energías a los documentos sumerios de carácter literario,
preparó con sumo cuidado copias fieles de más de cuarenta piezas
pertenecientes al Museo de la Universidad de Filadelfia.
Aunque fue empresa prematura, Radau trabajó con grandes ánimos
en la traducción e interpretación de algunos textos
e hizo algunos progresos en este sentido.

El conocido orientalista angloamericano Stephen Langdon reanudó,
hasta cierto punto, la obra de Radau,
a partir del momento en que éste la había interrumpido.
A tal efecto, Langdon copió cerca de un centenar de piezas
de las colecciones de Nippur, en el Museo de Antigüedades Orientales, de Estambul,
y en el de la Universidad de Pensilvania.
Langdon tenía cierta tendencia a copiar con demasiada rapidez,
y en sus trabajos se han deslizado, por este motivo, bastantes errores.
Además, sus intentos de traducción y de interpretación
no han podido resistir la prueba del tiempo.
En cambio, a él se debe la restitución, bajo una u otra forma,
de cierto número de textos sumerios de carácter literario
de verdadera importancia, los cuales, sin su acertada intervención,
hubieran podido quedar amontonados e ignotos
en los armarios y vitrinas de los museos.
Por su celo y su entusiasmo, Langdon ha contribuido a que sus colegas asiriólogos
pudiesen evaluar la importancia del contenido de estos textos.

En la misma época, los museos europeos editaban,
y poco a poco ponían a disposición de todos los especialistas,
las tabletas sumerias de índole literaria contenidas en sus colecciones.
Desde 1902, cuando la sumerología estaba todavía en pañales,
el historiador y asiriólogo británico L. W. King
publicó dieciséis tabletas del Museo Británico, perfectamente conservadas.
Diez años más tarde, Heinrich Zimmern, de Leipzig,
imprimía cerca de doscientas copias de piezas del Museo de Berlín.
En 1921, Cyril Gadd, en aquel entonces conservador del Museo Británico,
publicaba, a su vez, la "autografía" (como la llamamos entre especialistas)
de diez piezas excepcionales, mientras que el llorado Henri de Genouillac,
gran sabio francés, ponía a disposición, de todos, en el año 1930,
noventa y ocho "autografías" de tabletas,
en muy buen estado de conservación, que el Louvre había adquirido.

Uno de los que más han contribuido a esclarecer la literatura sumeria
en particular y los estudios sumerológicos en general es Arno Poebel.
Este verdadero sabio dio a la sumerología sus bases científicas
para la publicación, en 1923, de una gramática sumeria detallada.
Entre las soberbias copias de más de 150 tabletas
y fragmentos de que consta su obra monumental
Historical and Grammatical Texts,
una cuarentena de piezas, procedentes como las otras de la colección de Nippur
del Museo de la Universidad de Filadelfia, contienen pasajes de obras literarias.

Pero, en realidad, es el nombre de Edward Chiera,
catedrático durante muchos años de la Universidad de Pensilvania,
el que domina el campo de investigación de la literatura sumeria.
En mayor grado que ninguno de sus predecesores, Edward Chiera
poseía clarísimas nociones sobre la amplitud
y el carácter de las obras literarias sumerias.
Consciente de la necesidad fundamental de copiar y publicar
los documentos esenciales de Nippur que se hallaban en Filadelfia y en Estambul,
Edward Chiera partió para esta última ciudad en 1924
y copió allí unas cincuenta piezas. Buena parte de ellas eran grandes tablillas
bien conservadas, y su contenido dio a los eruditos
una perspectiva novísima de la literatura sumeria.
En el transcurso de los años siguientes, Chiera copió más de otras doscientas tablillas
o fragmentos de la misma colección en el Museo de la Universidad de Pensilvania,
y, en consecuencia, puso a disposición de sus colegas
mayor cantidad de textos literarios él solo que todos sus predecesores reunidos.
Gracias, en gran parte, a su trabajo de desbrozamiento, pacientísimo y clarividente,
se ha podido empezar a percibir la verdadera naturaleza de las bellas letras sumerias.

La afición que yo mismo tengo a este tipo estudios tan particulares
me proviene directamente de los trabajos de Edward Chiera,
aunque, por otra parte, yo debo mi formación como sumerólogo a Arno Poebel,
con quien tuve el privilegio de trabajar
en estrecha colaboración hacia 1930 y años siguientes.
Cuando Chiera fue llamado por el Instituto Oriental de la Universidad de Chicago
para que dirigiera la publicación del gran Diccionario Asirio,
se llevó consigo las copias de las tabletas literarias de Nippur,
que el mismo Instituto Oriental se encargó de publicar en dos tomos.
A la muerte de Chiera, sobrevenida en 1933, el departamento de publicaciones
del mismo Instituto me encargó la preparación de estos dos tomos,
en vistas a publicar una edición póstuma bajo el nombre de Chiera.
Fue precisamente durante este trabajo que me percaté de la importancia
tanto de los documentos literarios como de los esfuerzos
que aún tendría que desplegar yo para traducirlos e interpretarlos satisfactoriamente.
No se habría logrado nada definitivo mientras una cantidad aún más importante
de las tabletas y fragmentos de Nippur, todavía por copiar,
no se hubiera puesto a disposición de los especialistas.

En el transcurso de las dos décadas siguientes
he consagrado la mayor parte de mis esfuerzos científicos a "autografiar",
a juntar cuando eran incompletas, a traducir y a interpretar las obras literarias sumerias.
En 1937 partí para Estambul, provisto de una bolsa de estudios del fondo Guggenheim,
y, con la cooperación total del Departamento Turco de Antigüedades
y del personal competente de su museo, copié más de 170 tabletas
y fragmentos de la colección de Nippur.
Actualmente estas copias se han publicado
con una introducción detallada en turco y en inglés.
Pasé la mayor parte de los años siguientes en el Museo de la Universidad de Filadelfia.
Allí, gracias a los múltiples y generosos donativos de la American Phihsophical Society,
estudié y catalogué centenares de documentos literarios sumerios, aún inéditos,
e identifiqué el contenido de la mayoría de ellos,
de modo que pudieran ser atribuidos a tal o cual de las abundantes obras sumerias,
y copié buen número de los mismos.
En 1946 emprendí un nuevo viaje a Estambul para poder copiar allí
un centenar de nuevas piezas que representaban, en su casi totalidad,
fragmentos de mitos y de "cuentos épicos",
textos todos ellos cuya publicación es inminente.
Pero quedaban todavía en el Museo de Estambul, como yo muy bien sabía,
centenares de piezas no copiadas y, por consiguiente, inutilizables.
A fin de poder proseguir en esta tarea, me concedieron una bolsa de estudios en Turquía,
y en el transcurso de este curso universitario 1951-1952,
emprendí junto con las señoras Hatice Kizilyay y Muazzez Cig
(archiveras de las tablillas cuneiformes en el Museo de Estambul)
la copia de cerca de 300 tabletas y fragmentos nuevos.

En el transcurso de estos últimos años se ha descubierto
un nuevo conjunto de obras literarias sumerias.
En 1948, el Instituto Oriental, de la Universidad de Chicago,
y el Museo de la Universidad de Filadelfia aunaron sus recursos económicos
y enviaron una delegación a reanudar las excavaciones de Nippur,
después de 50 años de interrupción.
Como ya podía preverse, esta nueva expedición ha desenterrado centenares
de nuevos fragmentos y de nuevas tabletas, los cuales son, actualmente,
cuidadosamente estudiados por Thorkild Jacobsen, del Instituto Oriental,
uno de los asiriólogos más eminentes del mundo, y por el autor de estas líneas.
Parece ser que los materiales nuevamente descubiertos
llenarán numerosas lagunas existentes en las bellas letras sumerias.
Tenemos buenas razones para esperar que en la próxima década
quedarán descifradas buen número de obras literarias,
las cuales nos revelarán aún más creaciones entre los fastos de la Historia del hombre".


Samuel Noah Kramer
[reflexión editada en 1956]
Historia Antigua                


18 julio 2015

17 julio 2015

II Valle del río Omo


"Declarado Patrimonio de la Humanidad en 1980.

El río Omo nace en las tierras altas centrales de Etiopía
y corre hacia el sur aproximadamente 800 km
hacia el lago Turkana, donde desemboca.

En 1969 se encuentran restos humanos
correspondientes a Homo sapiens junto con fauna.
Se trata de dos cráneos, Omo I y Omo II,
y se encontraron en una roca sedimentaria
de la formación Kibish,
uno estaba a la intemperie y el otro sellado por sedimentos.
Tienen una cronología de 125.000 años.

En los sesenta se localizan restos de una nueva especie
que no será reconocida hasta 1985
cuando se encuentra el cráneo negro (black skull)
en el lago Turkana.
Se trata del Paranthropus aethiopicus
con una antigüedad de 2’5 millones de años.

Y en 1984 en Nariokotome, cerca del lago Turkana
se encuentra un esqueleto casi completo de un muchacho
de 11 o 12 años que murió allí hace 1’5 millones de años.
Es el espécimen más completo de Homo ergaster
de todos los recuperados en este sitio
y se denomina “el chico de Turkana”.


www.atapuerca.org
Prehistoria



16 julio 2015

16 de julio de 1989


Tal día como hoy, pero hace 26 años,
falleció Herbert von Karajan.


Historia Contemporánea




15 julio 2015

II Esquilo sobre Temístocles


"Luego, después de los Persas,
escribí en loor del más noble muerto
que el mundo pueda presentar.

Y todos los hombres anhelan
la corona del vencedor
por luchar y vencer al enemigo de su país".


Aristófanes, año 405 a.c.
Historia Antigua



14 julio 2015

13 julio 2015

II Henri de Dinant


"Era un rico burgués, miembro del patriciado, pero no de los antiguos linajes
que ostentaban el poder político en Lieja.
Inteligente, ambicioso y elocuente, deseaba desempeñar un cometido personal
en la dirección de los asuntos urbanos, quiso liberar a la burguesía
de la autoridad principesca y romper, para ello, la oligarquía de los regidores.

Parece que intentó también el establecimiento de una estrecha alianza
entre las principales ciudades liejesas con el fin
de oponerse a la política del príncipe, una política de las burguesías.
Para llevar a buen fin sus proyectos atrajo hacia sí a las masas populares
que todavía estaban excluidas de cualquier participación en el poder político
pero que estaban ya maduras para tal participación.
Así pues, descubrió y utilizó un movimiento profundo que buscaba a su jefe.
Su intervención  precipitó la lucha [1252-1257]
entre el pueblo y una parte del patriciado que apoyaba al príncipe,
mientras que una fracción del clero conservaba la neutralidad.

Pero, prisionero de aquellos a quienes debía su ascenso,
obligado poco a poco a una actitud cada vez más violenta y revolucionaria,
fue abandonado por los elementos del patriciado que al principio
le habían seguido pero que habían acabado asustándose por su radicalismo.
Su movimiento, que primeramente era político, se convirtió en social;
durante los últimos meses de su administración Henri de Dinant
no pudo ya contar con la ayuda popular y a partir de entonces
pasa por un demócrata, e incluso, como dice Hocsem, por un demagogo.
Esto es lo que explica la importancia y la fuerza de la coalición
que se forma contra él y que agrupa al príncipe, a la nobleza y al patriciado.

Los vencedores no hallaron ninguna dificultad para transmitir a la posteridad
una imagen deformada del tribuno y presentarlo como un vulgar agitador,
inspirador de una política demagógica.
La lectura de los cronistas liejeses del siglo XIV
muestra el éxito experimentado por esta versión
y que perdurará hasta el siglo XIX".


F. Vercauteren
Historia Medieval



12 julio 2015

12 de julio de 100 a.c.


Tal día como hoy, pero hace 2115 años,
es una de las fechas que se toman usualmente
para indicar el nacimiento de Julio César.


Historia Antigua




10 julio 2015

09 julio 2015

II Palabras de Martí


"¿Para qué, sino para poner paz entre los hombres,
han de ser los adelantos de la ciencia?". 


José Martí
[reflexión editada en 1887]
Historia Contemporánea


08 julio 2015

07 julio 2015

II Cayo Graco


"Es de gran importancia la lengua que uno oye a diario
en el hogar a los padres y a los maestros. [...]
Debido a la preocupación de su madre recibió,
desde la infancia, una cuidadosa educación
y se formó en la literatura griega;
siempre tuvo excelentes maestros,
entre ellos, en su adolescencia,
a Diófanes de Mitilene,
el hombre más elocuente de Grecia en aquella época".


Marco Tulio Cicerón
Historia Antigua


06 julio 2015

05 julio 2015

II Palabras de Luis Pericot


"Como signo de los tiempos,
en que un número cada vez mayor de ciudadanos
tiene más ocio para leer y enriquecer su formación espiritual,
hemos de aceptar la profusión de obras dedicadas al gran público,
en las que se le presentan, bajo diversas formas,
siempre atractivas y amenas,
los asombrosos descubrimientos que en poco más de cien años
han irrumpido en el dominio de las culturas olvidadas.

Bien adoptando la forma de biografías de los arqueólogos
a quienes se deben tales descubrimientos
y que nos son presentados como unos héroes de la ciencia moderna,
bien adoptando un punto de vista más descriptivo,
se llega siempre a apasionar al lector con el relato
de las sorprendentes victorias logradas sobre el olvido de los siglos,
por hombres, a veces de oscuro origen,
pero siempre tenaces e iluminados.

Pues difícilmente habrá una novela que pueda competir en interés
con la relación de las vicisitudes por las que pasaron
un Schliemann o un Boucher de Perthes,
o por las que señalan el lento avance del conocimiento
del hombre fósil y el de tantas y tantas maravillas
como nos han sido reveladas por la ciencia arqueológica.

El hecho de que estas obras no sólo se multipliquen,
sino que vayan especializándose
y cubriendo campos cada vez más concretos,
es un síntoma infalible de que la afición no mengua
y, por el contrario, va ganando en calidad.

Algunas de tales obras, las que abrieron el camino precisamente,
se deben a la pluma de literatos famosos
o de simples reporteros o periodistas
en quienes los especialistas admiramos la habilidad
con que logran presentar los más áridos hechos científicos,
combinándolos con los datos de la vida privada
y el ambiente en que cada arqueólogo se movió.
Esta habilidad y el éxito de público consiguiente
provocan una cierta molestia en el especialista,
que se ve desposeído de la popularidad
que podría ser uno de los frutos de su labor".


Luis Pericot
[reflexión editada en 1958]
Historia


04 julio 2015

03 julio 2015

II D'Alembert: Enciclopedia


"El Discurso Preliminar de la Enciclopedia es,
quizá, la obra más representativa del espíritu del siglo XVIII.

Por lo menos le presta este valor, simbólicamente,
el hecho de servir de pórtico al ingente monumento
que condensó las aspiraciones y fue expresión de las creencias
más profundas de una época entera: la Enciclopedia francesa.

El movimiento enciclopédico llena todo el siglo de las luces
y tiene una serie de supuestos
que no han sido todavía suficientemente desentrañados. [...]

El plan del Discurso comprende dos partes,
correspondientes al doble objeto de la Enciclopedia,
la cual, en cuanto "enciclopedia, debe exponer, en lo posible,
el orden y la correlación de los conocimientos humanos;
como Diccionario razonado..., etcétera, debe contener
sobre cada ciencia y sobre cada arte, ya sea liberal, ya mecánica,
los principios generales en que se basa y los detalles más esenciales
que constituyen el cuerpo y la sustancia de la misma".

La primera parte expone la genealogía de las distintas ramas del saber.
La segunda es una especie de cuadro histórico
de la evolución de los conocimientos desde el Renacimiento. [...]

La tercera está constituida por una serie de consideraciones,
de tipo más particular, sobre las peculiaridades de la Enciclopedia
y su justificación (por ejemplo, sobre la adopción del orden alfabético).
Hay también una crítica del Diccionario de Chambers
(no obstante haberle servido de base),
un elogio de las distintas colaboraciones
y una manifestación de legítimo orgullo ante la obra realizada. [...]

Al final se inserta una
"Explicación detallada del sistema de los conocimientos humanos",
que constituye un cuadro clasificatorio no exento de grandiosidad.
Por último, el
Sistema general de los conocimientos humanos según el canciller Bacon
se incluye también, con objeto de que pueda servir
de término de comparación con el de D'Alembert
y librar a éste de la acusación de plagio que le fue hecha,
y de la que, con muy buenas razones, se defiende".


Antonio Rodríguez Huéscar
[reflexión editada en 1953]
Historia Moderna


02 julio 2015

01 julio 2015

II Sumer y Egipto


"El mundo sumerio es un descubrimiento moderno.
Hasta podemos decir que es el mayor de los descubrimientos recientes
en el terreno de la historia de la civilización.

Al principio de nuestro siglo XX sólo algunos especialistas,
muy pocos y muy valientes, se atrevían a pronunciar tímidamente
y aún entre ellos nada más, el nombre de Sumer, caído en un olvido total,
cuatro veces milenario, sin que nada hiciera evocar a los hombres
el mundo glorioso que esta palabra había designado en otro tiempo.
Incluso un erudito de la talla de G. Maspero,
en su magistral Histoire ancienne des peuples de l'Orient classique,
no decía ni palabra del primero y más fecundo de estos pueblos, los sumerios.

Entonces estaba de moda Egipto.
Los descubrimientos extraordinarios realizados en el valle del Nilo
desde la expedición a Egipto emprendida por Bonaparte,
la exhibición, todo a la vez, de tantas obras maestras
y de tantos vestigios humildes de la vida cotidiana de un pueblo tan antiguo,
habían dejado deslumbrado al universo durante mucho tiempo.
Y cuando se intentaba remontar hasta el extremo horizonte de la historia,
cuando se quería reconstruir el camino recorrido por el hombre
después de la interminable noche prehistórica,
cuando se pretendía establecer y fijar los primeros progresos decisivos
de su edad "adulta", se encontraba infaliblemente a Egipto
en este vasto fluir del tiempo que conduce hasta nosotros.

Todavía hoy en día, para la mayoría de los espíritus cultos,
hasta entre los historiadores, es la misma visión de conjunto la que predomina.
Con sus tres mil años de existencia antes de nuestra era, se considera a Egipto,
consciente o inconscientemente, como "la cuna de la civilización",
y "el antepasado directo del hombre moderno".
En más de un "Manual de Historia de la Antigüedad",
actualmente en uso, el país de Sumer ni siquiera se menciona,
o bien se le trata como a un pariente pobre,
como a una especie de gacetilla periodística sobre las civilizaciones desaparecidas.
Sin embargo, bajo el punto de vista de una ciencia histórica rigurosa y al día,
semejante posición resulta actualmente falsa y anacrónica.

Pero hay muy pocas personas que estén al corriente de la prodigiosa revolución
introducida en nuestros conceptos en la historia antigua del hombre,
por cincuenta años de trabajos obstinados y arduos,
casi secretos si se tiene en cuenta la tendencia al retraimiento
y al poco amor al ruido que manifiestan sus sabios autores;
por cincuenta años de descubrimientos, menos espectaculares, sin duda,
que los de las tumbas reales de Egipto,
pero de un contenido con toda seguridad más rico
para la comprensión de nuestro pasado.
Gracias al cúmulo de información que estos sabios exploradores del tiempo
han podido constituir durante medio siglo,
con el rigorismo de un juez de instrucción,
se ha efectuado la prueba pericial requerida,
y el asunto puede quedar desde ahora sometido al juicio de nuestros lectores:
La Historia empieza en Sumer".


Jean Bottéro
[reflexión editada en 1956]
Historia Antigua