17 mayo 2014
Egipto: nombres propios
"Uno de los problemas más arduos de resolver a la hora
de presentar al público de habla castellana una obra de egiptología
es el de la transcripción de los antiguos nombres propios.
De hecho, la cuestión de la transcripción de los nombres propios egipcios
a cualquier lengua moderna de origen indoeuropeo
sigue siendo un problema irresoluble a gusto de todos,
debido no sólo a la necesidad de pasar de un sistema de escritura
bien distinto -como es la escritura jeroglífica- al nuestro propio,
sino también al hecho de que los antiguos egipcios no escribían las vocales,
de modo que no sabemos a ciencia cierta
cómo pronunciaban sus nombres propios.
Esta espinosa cuestión ha originado encontradas polémicas
y abundante literatura, sin que se haya podido alcanzar una solución definitiva.
De momento, los egiptólogos franceses, ingleses, alemanes e italianos
parecen estar de acuerdo simplemente en transcribir los nombres propios
de acuerdo con la fonética y las posibilidades ortográficas de sus respectivas lenguas.
También están por lo general de acuerdo en utilizar las transcripciones griegas
cuando existen, debido no sólo a que se trata de las únicas formas genuinas
que nos ha legado la antigüedad por tradición ininterrumpida,
sino también por ser en definitiva más seguras
que cualquier hipotética reconstrucción que podamos intentar nosotros,
puesto que los griegos, como mínimo, oyeron pronunciar estos nombres
a los egipcios, si es que quien escribía en griego no era él mismo un egipcio,
como es el caso de Manetón.
La duda surge, sin embargo, cuando las transcripciones griegas
están notoriamente distorsionadas
-variando entonces el grado de permisibilidad tolerable
según el criterio de cada egiptólogo- o, simplemente,
cuando no hay transcripción griega y no nos queda otro remedio que transcribir
el nombre de manera más o menos artificiosa,
llegando a ser entonces grandes las vacilaciones.
Los resultados conseguidos son, finalmente, tan provisionales
que no puede evitarse la proliferación de formas distintas
para escribir un mismo nombre, a veces incluso en un mismo libro [...]
Todas estas circunstancias se agravan aún más en el caso del castellano,
debido especialmente a la total ausencia de tradición egiptológica en este idioma
hasta ahora, y al hecho -corolario lógico de lo que queda dicho-
de que tan problemática cuestión ha sido abordada por traductores
o aficionados autodidactas, carentes de los mínimos conocimientos necesarios,
que se han limitado a adaptar, con mejor o pero fortuna,
las formas de transcripción usuales en otros idiomas foráneos [...]
Confiamos, en definitva, que el lector culto de habla hispana
se adaptará rápidamente a las formas genuinas de determinados nombres,
tales como Quéope, Quefrén, Rameses, Tutmosis o Re,
desechando otras formas de uso corriente en la actualidad
para estos mismo nombres pero que son totalmente inadecuadas".
Josep Padró
[reflexión editada en 1997]
Historia Antigua
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario