23 noviembre 2014
Justiniano
"Después del reinado de Justiniano I,
grandioso desde cualquier punto de vista (527-565),
sus sucesores heredaron un imperio glorioso y espléndido
gracias a las guerras de reconquista llevadas a cabo en Occidente,
a la importante restauración de la estructura institucional romana
(legislativa y administrativa) y a la vasta obra urbanística
tanto en la capital como en las ciudades y en las zonas rurales.
Como es conocido, Justiniano reunió, bajo la directa soberanía imperial,
Italia, el norte de África y el sur de Hispania
arrebatándoselas militarmente de las manos
a los ostrogodos, vándalos y visigodos, respectivamente.
De este modo volvió a hacer coincidir
el Mediterráneo con el mare nostrum romano.
Conservó las fronteras
a lo largo del curso del Danubio hacia el norte y del Éufrates en Oriente,
y adoptó con éxito el instrumento pacífico de los acuerdos diplomáticos,
aunque también se vio obligado a comprar la paz
con la entrega de dinero a los posibles invasores.
Un amplio programa de fortificaciones defensivas en el limes
y en el interior ayudó a combatir las amenazas externas.
Estos éxitos en política exterior y en defensa se combinaron
con el gran esfuerzo de Justiniano por reformar la organización
y el funcionamiento del Estado y de la sociedad,
mediante, por un lado, la codificación de las antiguas normas
y la creación de nuevas leyes, las Novelas
y, por otro, mediante una nueva articulación de la organización
política, económica y militar, buscando también un compromiso
en lo referente a las controversias dogmáticas
a través de la promulgación de edictos moderados
y la convocatoria de concilios ecuménicos.
Sin embargo, esta labor desmesurada por el bien común del incansable
y, como reconocieron sus amigos y enemigos, insomne emperador,
se demostró quimérica casi inmediatamente después de su muerte.
[...] la política exterior y la defensa se derrumbaron al poco tiempo,
y las consecuencias de la sangría económica
a la que la visión de la restauración romana había sometido al imperio
no tardaron en manifestarse.
Además, su política conciliadora en temas del dogma
no fue apreciada por ninguna de las dos partes.
Así pues, este emperador, que justamente es considerado el mejor teólogo
que subió al trono bizantino, murió bajo sospecha de herejía,
y sus opiniones fueron despreciadas
por aquellos que mantenían posturas opuestas a las suyas".
Evangelos Chrysos
Historia Medieval
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