01 julio 2015
II Sumer y Egipto
"El mundo sumerio es un descubrimiento moderno.
Hasta podemos decir que es el mayor de los descubrimientos recientes
en el terreno de la historia de la civilización.
Al principio de nuestro siglo XX sólo algunos especialistas,
muy pocos y muy valientes, se atrevían a pronunciar tímidamente
y aún entre ellos nada más, el nombre de Sumer, caído en un olvido total,
cuatro veces milenario, sin que nada hiciera evocar a los hombres
el mundo glorioso que esta palabra había designado en otro tiempo.
Incluso un erudito de la talla de G. Maspero,
en su magistral Histoire ancienne des peuples de l'Orient classique,
no decía ni palabra del primero y más fecundo de estos pueblos, los sumerios.
Entonces estaba de moda Egipto.
Los descubrimientos extraordinarios realizados en el valle del Nilo
desde la expedición a Egipto emprendida por Bonaparte,
la exhibición, todo a la vez, de tantas obras maestras
y de tantos vestigios humildes de la vida cotidiana de un pueblo tan antiguo,
habían dejado deslumbrado al universo durante mucho tiempo.
Y cuando se intentaba remontar hasta el extremo horizonte de la historia,
cuando se quería reconstruir el camino recorrido por el hombre
después de la interminable noche prehistórica,
cuando se pretendía establecer y fijar los primeros progresos decisivos
de su edad "adulta", se encontraba infaliblemente a Egipto
en este vasto fluir del tiempo que conduce hasta nosotros.
Todavía hoy en día, para la mayoría de los espíritus cultos,
hasta entre los historiadores, es la misma visión de conjunto la que predomina.
Con sus tres mil años de existencia antes de nuestra era, se considera a Egipto,
consciente o inconscientemente, como "la cuna de la civilización",
y "el antepasado directo del hombre moderno".
En más de un "Manual de Historia de la Antigüedad",
actualmente en uso, el país de Sumer ni siquiera se menciona,
o bien se le trata como a un pariente pobre,
como a una especie de gacetilla periodística sobre las civilizaciones desaparecidas.
Sin embargo, bajo el punto de vista de una ciencia histórica rigurosa y al día,
semejante posición resulta actualmente falsa y anacrónica.
Pero hay muy pocas personas que estén al corriente de la prodigiosa revolución
introducida en nuestros conceptos en la historia antigua del hombre,
por cincuenta años de trabajos obstinados y arduos,
casi secretos si se tiene en cuenta la tendencia al retraimiento
y al poco amor al ruido que manifiestan sus sabios autores;
por cincuenta años de descubrimientos, menos espectaculares, sin duda,
que los de las tumbas reales de Egipto,
pero de un contenido con toda seguridad más rico
para la comprensión de nuestro pasado.
Gracias al cúmulo de información que estos sabios exploradores del tiempo
han podido constituir durante medio siglo,
con el rigorismo de un juez de instrucción,
se ha efectuado la prueba pericial requerida,
y el asunto puede quedar desde ahora sometido al juicio de nuestros lectores:
La Historia empieza en Sumer".
Jean Bottéro
[reflexión editada en 1956]
Historia Antigua
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