14 octubre 2015

II Nippur (2)


"Hace muchos años, un agricultor dio los siguientes consejos a su hijo:

Cuando tú te dispongas a cultivar un campo,
cuídate de abrir los canales de riego
de modo que el agua no suba demasiado sobre el campo.

Cuando lo hayas vaciado de su agua, vigila la tierra húmeda del campo,
a fin de que quede aplanada; no dejes hollarla por ningún buey errabundo.
Echa de allí a los vagabundos,
y haz que se trate este campo como una tierra compacta.

Rotúralo con diez hachas estrechas,
de las cuales cada una no pese más de 2/3 de libra.
Su bálago tendrá que ser arrancado a mano y atado en gavillas;
sus hoyos angostoso tendrán que ser llenados por medio de un rastrillo;
y los cuatros costados del campo quedarán cerrados.

Mientras el campo se queme bajo el solo estival, lo dividirás en partes iguales.
Haz que tus herramientas zumben de actividad.
Tendrás que consolidar la barra del yugo, fijar bien tu látigo con clavos
y hacer reparar el mango del látigo viejo por los hijos de los obreros. [...]

No quites el ojo del hombre que hunde en la tierra el grano de cebada
a fin de que haga que el grano se meta, regularmente,
a dos metros de profundidad. [...]

Allí donde habías trazado antes surcos rectos y derechos, trázalos en diagonal;
allí donde habías trazado surcos en diagonal, trázalos derechos [...]".


Texto antiguo recopiado el año 1700 a.c.
Historia Antigua


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